Y me detengo, y la pluma queda tonta, lejos de la hoja. Quieta, mirando sin saber nada para poner. Sólo tiembla un poco nerviosa, cree que la hoja le juzgará, pero la hoja es un pedazo de pétalo o tierra muerta. La hoja no sabe que existen ni ella ni la pluma. Es como una bacteria que sólo vive sin saber que daña. Es como el amor que tampoco conoce a los amantes. Que sólo vive sin saber que daña. Es como la caricia que no sabe del dedo pero cree en el orgasmo. Es como la luz el cuerpo y la sombra. Lo mismo la tinta, el vaso y la planta. Todo es camino y no sabe qué daña.
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