sábado, septiembre 02, 2017

FUEGOS FATUOS. indígenas.

Durante muchos años he estado pensando en el huevo o la gallina del bienestar social: ¿la educación o la salud? ¿qué se debe reparar primero?

En el devenir del último año escuché "indígenas por aquí, indígenas por allá". Creo que nunca en mi realidad urbana había puesto atención a esta palabra. En mi cabeza, se me figura gente como los guaraníes, los mapuches, los incas, los aztecas, los pieles rojas. Al mirar en derredor, en el pueblo que me enseñó a hablar maya, yo no veía a nadie como los guaraníes o los mapuches, los vikingos o zulú. Veía a gente ataviada como yo, con pantalones de mezclilla, camisetas con frases en inglés, con lentes de sol, más parecidos a James Dean que a un X'men, los más radicales eran algunas señoras que portaban hipiles, elegantes o roídos, pero hipiles como los de mis abuelas y mi hermana, la única diferencia conmigo y mi familia era que ellos siempre tenían las manos muy sucias. Pero era gente como yo. Entonces me preguntaba por qué los llamaban indígenas si eran igual que la gente de la ciudad. Pensaba mucho sobre esto y en la mar de pensamientos comencé a partir la palabra "índígena": indi = independiente, gena = gene, origen. Y entonces descubrí que esta definición tampoco la cumplían, porque no tuvieron un origen independiente, muchas comunidades en Yucatán fueron creadas durante mediados del siglo xx con pobladores de muchas comunidades. Así que me sentía insatisfecho con el término "indígena". Por casualidad un día encontré un espectacular en Valladolid que utiliza el término "pueblos originarios". Este término me satisfizo en mayor forma, porque son gente que siempre ha vivido en el ambiente rural que, sin embargo, están expuestas a la globalización, al mercado, a la cocacola, a las drogas, al regueton, a holliwood. Son de ahí, pero son parte de la cultura occidental y de todos sus perniciosos vicios. Es más, son presas de lo peor de occidente porque las bondades de nuestra civilización les son vedadas bajo una simplista justificación: respetar usos y costumbres. 
Sin embargo, sus usos y costumbres, desde mi entender podrían ser tradiciones como el Jetsmek, el chan chaak, las cabañuelas, el hanal pixan, comer venado pero no comercializarlo; que una niña se embarace a los 13 años de un señor de 25 no creo que sea un uso y costumbre, que la gente se asesine a pedradas no creo que deba ser un uso y costumbre, que los muchachos no sepan leer en español y mucho menos en maya, no es un uso ni una costumbre, que los niños no sean vacunados tampoco, que tomen cocacola todos los días y a todas horas no es una costumbre. Justificar la falta de acciones en la tolerancia de sus usos y costumbres es enmascarar la negligencia. 
La única verdad es esta: en Yucatán vi a muchos occidentales, mestizos y mayaparlantes olvidados en la selva, conmigo como espectador. Observé lo que el Sub Comandante Marcos llamó "la larga noche de los 500 años", la misma que observó John Kenneth Turner durante el Porfiriato y describió en su libro "México Bárbaro". 
Desde mi entendimiento los pueblos originarios están conformados por campesinos occidentales que hablan jirones de dos lenguas, que son olvidados en todos lados, que son olvidados en la selva y en la ciudad. Campesinos paupérrimos que no tienen acceso a educación apropiada, a servicios de salud incompletos, a vacunación cuando hay, a violaciones, a maltrato, a machismo, desnutrición y la lista es larga. 
Así que sigo pensando en el huevo o la gallina del bienestar social y en la larga noche. 

Fernando Cisneros Sulu. 

FUEGOS FATUOS

Vivo en un país tan grande que todo queda lejos 
la educación, 
la comida, 
la vivienda.

Tan extenso es mi país 
que la justicia no alcanza para todos.
Lina Zerón.


En estos tiempos cuando ya la organización social está rota, cuando la caja de Pandora lleva mucho tiempo abierta y dejando salir la esperanza, cuando los niños crecen sin alma, cuando todos son depredadores de los otros, es muy importante tener en cuenta las condiciones en las que los mexicanos vivimos. 
No estoy a favor de culpar al gobierno de nuestros desatinos, de nuestros desdenes o nuestra falta de voluntad, sin embargo, tampoco estoy a favor de culpar a los mexicanos de los desatinos gubernamentales, de la corrupción o de la falta de libertad, de la desnutrida educación, de la desnutrida desnutrición, de la injusticia, del olvido. 

Realicé el Servicio Social de la carrera de Médico Cirujano durante el año pasado y este mi reporte contra el gobierno. Este es mi reporte del Servicio Social. Con estas estas letras comienza. 
Aprendí muchísimo durante este período. Aprendí, por ejemplo, que la hipertensión y la diabetes son difíciles de controlar, aprendí maya básico, aprendí a entender el mal español y aprendí que la tuza se come con todo y caca. Descubrí que la gente no conoce el significado de palabras sencillas como "cirugía" o "bálsamo", pero sí puede pronunciar correctamente la frase "negligencia médica". También descubrí que vivimos en un estado de negligencia gubernamental. El escritor Mario Carrillo lo llama "angobierno" porque no existe. Porque es una farsa. Sólo son empresarios con autorización para beneficiarse del erario. 
El uno de enero de mil novecientos noventa y uno, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional se dio a conocer, sin embargo, la información que he adquirido de manera independiente en fechas recientes no tiene nada que ver con la información que se difundió y que mis familiares me hicieron saber. El EZLN sólo quería lo mismo que yo quiero ahora, veintiseis años más tarde: Los derechos de los pueblos indígenas. 
Iré por partes y comienzo ahora. 


Fernando Cisneros Sulú. 


lunes, octubre 31, 2016

FUEGOS FATUOS

 (Publicado en el Diario de Yucatán)

Los médicos están siempre ocupados; cuando trabajan no pueden desviar su atención porque eso puede tener consecuencias fatales; cuando descansan lo aprovechan, porque lo necesitan; cuando estudian, se concentran. Son un gremio de personas tranquilas y poco conflictivas que resuelven problemas propios y ajenos. Son gente pacífica, que paga impuestos para pagar su propio sueldo y los materiales de su trabajo -como muchas otras personas- y prefieren ocupar su tiempo luchando en el sistema arcaico al que están sujetos que luchar contra él para conseguir mejores condiciones.
Los médicos estamos siempre ocupados y pocas veces tenemos tiempo para defender los derechos del gremio. Han habido muchos fuegos fatuos encendiéndose a lo largo de la historia; marchas, quejas y denuncias de médicos contra las malas condiciones laborales, estas denuncias de inmediato se extinguen no porque las autoridades resuelvan las necesidades, no porque la cohersión disminuya, no porque las instituciones nos protejan, no porque nos liberen de los nuevos tipos de esclavitud, no porque paguen mejor nuestro trabajo; se extinguen las manifestaciones y se dejan de oir las quejas porque alguien se rompe una pierna, porque a un niño se le exacerba el asma, porque un anciano perdió la consciencia. El sufrimiento propio disminuye de importancia porque alguien más está sufriendo y necesita ayuda. Y para cuando el médico quiere volver a gritar, a pedir sus derechos, ya nadie nos apoya, los compañeros se fueron a atender a alguien más y nos quedamos solos en la plaza pública y volvemos al mal sueldo, a las guardias de castigo que provocan más castigos, a perder la salud por ser sometidos a estrés continuo y extenuante durante años, al escrutinio público que juzga aspectos personales, algunas veces volvemos a comunidades peligrosas, a la depresión causada por la soledad que se siente al estar rodeado de las paredes verdes que la selva tiene, a accidentes de tránsito por jornadas larguísimas, a la irregularidad del pago, a no ver a la familia durante un mes más porque eres médico y tienes vocación y por eso estás obligado a cubrir las deficiencias -que cada vez son mayores debido a los recortes presupuestarios- de las instituciones de salud quienes exigen que el médico viva en una comunidad apartada, con un sueldo paupérrimo de $4.00 por hora, cubriendo tres turnos al día, o en un hospital de alguna ciudad, con condiciones también deprimentes.
Los médicos no tenemos tiempo de manifestarnos, pero hoy tuve tiempo de escribir esta carta.
Llevo casi tres meses en el servicio social de la carrera de Médico Cirujano. Es el último año de la carrera y en este tiempo he perdido 3 kg de peso de manera involuntaria debido al nuevo régimen alimenticio al que estoy sujeto desde que comencé este período. Hasta el día en el que escribo estas líneas no recibo el pago prometido por mis labores; aunque fuera de $4.00 pesos por hora laboral, ayudaría un poco en mi alimentación o cubriría el gasto por transporte hasta la comunidad de difícil acceso en la que estoy asignado.
Aún me faltan nueve meses más y me pregunto si seguiré al mismo ritmo de pérdida de peso porque si comencé con 66kg y ahora peso 63kg, en 9 meses pesaré sólo 54kg y eso creo que pondría en riesgo mi salud.
Hablando específicamente del servicio social de Médico Cirujano, este se instauró como requisito para obtener el respectivo título en el año 1936 como propuesta del señor Presidente Lázaro Cárdenas del Río para gratificar los beneficios recibidos de la educación gratuita y libre que el Estado mexicano y la población nos brindó.
Comenzó con una duración de seis meses hasta actualmente convertirse en un servicio social de 1 año de duración que se traduce en 7512 horas, con 52 días de descanso; veinticuatro horas por cada semana. Cubrimos un turno matutino de 8 horas para atender consultas de toda índole, un turno vespertino y otro nocturno de 8 horas cada uno para atender urgencias, que se traduce en atender toda clase de padecimientos proporcionados por la ignorancia y también en largas y agotadoras explicaciones de lo irrelevante del padecimiento.
La atención médica se da entre sillas rotas, sanitarios descompuestos, falta de insumos y metas altísimas de papelería que merman la calidad de la atención y con las que no se obtienen mejoras en las condiciones laborales.
A pesar de la reglamentación mencionada en la NOM-009-SSA3-2013, muchos de los pasantes carecen de un seguro médico, afiliación a algún sistema de salud para atender sus necesidades, abasto suficiente de medicamentos para controlar enfermedades de alta incidencia, medios de comunicación para reportar emergencias médicas o solicitar ayuda; muchos centros de salud carecen de teléfono, radio de onda corta o internet. En medio de la selva, sin automóvil y rodeado de personas desconocidas, sin poder pedir ayuda, las cosas se pueden poner rojas en cualquier momento. Nos exigen portar un uniforme que no nos proveen y se debe adquirir con nuestro dinero. Además somos constantemente amedrentados con perder nuestro puesto en el Servicio Social que provocaría perder la oportunidad de recibir el título que deseamos.
Algunas personas dirán “pero nadie te obligó, tú quisiste ser médico” pero yo estoy feliz ejerciendo la medicina y aprendiendo de la ciencia y aprendiendo del arte y aprendiendo de la sociedad, sólo considero que las condiciones en las que trabajamos los médicos pasantes en servicio social no son las que deberían, no son las que están normadas y nos hacen vulnerables.
Muchos son los detalles que hay que abarcar y muchos más en otros niveles de la profesión médica, desde el Internado Rotatorio de Pregrado, las Residencias de Especialización Médicas hasta el trabajo como Médico Adscrito y pocas veces se saben las condiciones en las que laboramos y acaso por eso la población piense que el trabajo del médico es maravilloso, porque pocas veces decimos lo que pasa. Primero el paciente y al final nuestro sufrimiento.
Somos médicos, tenemos vocación y tenemos hambre.

Fernando Cisneros Sulú MPSS


sábado, diciembre 06, 2014

Bestiario. Borrador.

Las moscas en general, no pueden dejar de volar nunca en su vida. Entre toda la población de moscas existente en la tierra solo un determinado numero de ellas puede descansar y reposar en la ropa de alguien, o en sus orejas o en las ancas de alguna vaca. Cuando alguna mosca descansa, otra instantáneamente muere. Eso es considerado asesinato entre su especia y por eso las moscan tienen tantos ojos: para juzgar a las que aflojan las alas y para poder esconderse bien de cualuier ptra mosca que pudiera mirarla de reojo. 
¿Qué se hace con las moscas asesinas?

jueves, diciembre 04, 2014

Coco Channel no existirá.

Los años se hicieron transparentes. Las sonrisas todas fueron una serie. Un rompecabezas que se encajó. Todos los diálogos y las borracheras tuvieron su lugar ignorado. Las pijamas, los cafés y los regalos. Las cartas más lejanas. Los años se hicieron transparentes y las distancias reales y los regresos indefinidos. Todo el pasado es transparente, es cristal ensamblado. Hay que mantenerlo como recuerdo. 

viernes, octubre 10, 2014

La felicidad es una bola de masa
Que está perdida
Y cuando la encuentras
Debes tirarte sobre ella
O ponerla entre tus manos 
Y aplastarla comp tortilla
O pisarla como aguacate podrido
Y seguir pisándola
O jugando con ella
Para este momento tendrás gente a tu alrededor mirando
Pero no dejes de juugar con la masa
Extiéndela
Tírala al suelo
Tírala al aire
Tírate sobre ella
Tírala sobre ti
Date vueltas
Dale vueltas
Extiende tus brazos y luego gira tu torso 
Sobre su eje axial
Y encógete de piernas
Que se enrede
Luego haz lo mismo
Pero más rápido
Y en sentido opuesto
Que te cubra
Y hazte una bola de pan
Y felicidad caliente

Estudio medicina.

Confieso que estudio medicina y con mucha frecuencia no entiendo ciertos conceptos que a todos les parecen en sumo claros. A veces no tengo argumentos para afirmar que un término es sinónimo de otro o no comprendo bien al punto al que se pretende llegar a través de un cálculo porque no conozco la metodología ni el proceso que se lleva a cabo en el hospital para realizar la actividad mencionada al caso. En este sentido tengo gran parte de la culpa, porque nunca en los años anteriores puse interés en aprender estos conceptos o estos procesos. Quizás porque pensaba que nunca serían útiles para mí o que nunca yo debiera conocerlos o por pura apatía. También debo confesarme que nunca voy a los hospitales porque digo que no ayudo en nada, pero no comprendía que el motivo de mi asistencia a esos lugares no era ayudar, porque mi ineptitud es casi absoluta, el motivo real de mi asistencia los hospitales es ayudarme. No soy yo el que debe proporcionar ayuda sino ahí debo encontrar ayuda para mí y para mi futuro ejercicio profesional. Tardé tres años en comprenderlo. Acaso la parte teórica de la medicina no se correspondía con la parte práctica o se correspondían en laxitud. Es complicado atinar al motivo de mi falta de perspicacia en ese asunto. También es incongruente para mí lo confuso de algunos aspectos que a todos parecen serles obvios. 
Hace poco le pregunté al profesor cuánta glucosa había en una solución glucosada al 10%. Él me trató como si fuera un retrasado mental y me respondió explicandome que un porcentaje era una proporción: 'diez por cien' eran sus palabras y yo no daba crédito de la grosería de la que estaba siendo objeto. Y el repetía 'diez por cien' mientras yo lo miraba sonriendo y pensaba que eso no respondía mi duda aunque, en cierto modo, sí respondía mi pregunta: ¿cuánta glucosa hay en una solución glucosada al diez porciento? Sí, la respondía: diez (de glucosa) por cien (de agua), claro. Y todos mis compañeros, igual o más diletantes que yo, parecían saber qué unidad de masa tiene esa solución con respecto a la de volumen. Eso era lo que yo quería saber, pero hablar con precisión no es una característica generalizada en el ámbito médico, al menos no entre los médicos yucatecos. Entonces, levantarse de su asiento, acercarse al médico instructor, mirarlo a los ojos, y decirle 'doctor, quisiera saber si el porcentaje de glucosa que contiene la solución al diez porciento está medido en gramos o en miligramos; además quiero saber si la unidad de masa es la proporcional a la de volumen porque eso haría que tuviera o diez miligramos por cada cien mililitros (lo que en este momento me parece lógico) o tiene diez gramos por cien litros (esto último me parece absurdo por su concentración casi inexistente). Además porque mis compañeros dicen que son gramos en mililitros pero a mí me parece una cantidad excesiva de glucosa para una infusión que se haría por vía endovenosa; además pienso que esto no tiene sentido porque las unidades no son correspondientes, es decir se usan las unidades de masa y las subunidades del volumen, lo cual crea una duda razonable en mí acerca de las afirmaciones de mis compañeros' Y entonces el médico hubiera entendido por completo mi duda y la hubiera resuelto: 'no es una cantidad excesiva, sí son gramos de glucosa por cada cien mililitros de agua como dicen tus compañeros', pero nadie quería escuchar esa perorata, nadie estaba dispuesto, ni él a escucharla ni yo a proporcionarla. Por alguna extraña razón, a los médicos -al menos a los que conozco- les gusta mucho hablar sin escuchar y afirman que siempre están en lo correcto. Al parecer alguien les enseña a no escuchar. Esto me trae a colación innumerables memorias de personas de distintos niveles culturales que han sido tratadas de manera execrable por médicos a través de servicios públicos y servicios privados. Los médicos tienden (yo no me incluyo en el gremio por mi condición de diletante) a asumir hechos a partir de un par de premisas inconclusas y, alguien les hace creer, que su intuición acerca de las personas es la correcta. Quizás sea sólo el estrés. Pero estos son temas más complejos. Prefiero hablar de mi situación.
No sé si mi intelecto es demasiado reducido para la profesión médica o si mi piensamiento sólo aún no está entrenado en este sentido, es decir, sólo no he creado las habilidades necesarias y que todos mis compañeros ya han alcanzado.
Fin.