domingo, noviembre 27, 2011

Análisis de soslayo para no sonrojar.

Hace unos días estuve hablando con un francés y en medio de la plática de pronto, con total soltura y naturalidad, preguntó "tu es gay?"; yo comí un subway de pavo (una manera gringa de celebrar el thanksgiving day) y un poco azorado por la dirección perfecta de su pregunta (el hombre es un arquitecto, tenía que hacer buenos trazos lingüísticos) solté el sándwich y lo miré con cierta duda exhalada por los ojos. Le contesté lacónicamente que no lo era.
Este hecho fue el que provocó una serie de pensamientos -míos y ajenos- al respecto. Luego de una plática que no pude controlar y tomó un curso yermo y trillado en el que se expusieron juicios que todo mundo hemos formulado alguna vez en la vida, formando, así, parte del grey.
Al abandonar en su sitio de trabajo a aquel francófono fumador y sonriente comencé a cavilar más allá y pude darme cuenta de que los mexicanos hemos creado una suerte de artificio en nuestro léxico que nos permite escondernos -como diría Octavio Paz- trás un lenguaje cifrado y timorado (mas no subversivo, ya que este término le conferiría un grado de bravura y osadía) que creamos suponiéndolo altanero y vulgar, cuando lo único que exalta es la vergüenza de nuestra sexualidad.
Al usar palabras como pene, vagina, clítoris, miembro, senos, testículos, un mexicano se siente (nos sentimos), ipso facto, heridos en alguna parte de nuestra anatomía moral y católica que nos impide mostrar la fisonomía de estas palabras precisas y exactas. Algunos, menos ágiles en el arte del disimulo, se echan a la risa, con la negligencia de un policía hacia su ciudad.
Para evitar esta penuria social, nos inventamos unas armas, que más bien son escudos y guaridas, para evitar estas palabras, y las emitiendo jucios de revolución y hostilidad, hacemos patente nuestra debilidad por los caminos contrarios del disfraz.
utilizamos palabras como culo, verga, queso, pollo, huevos, raja, raya, gato a un aparato sexual externo, bubi a los senos, palo para nombrar al coito, ganso, pichón, pepita, pepa, coño, etcétera. Así nos sentimos más seguros, lejos del sexo, lejos de enseñarnos, como buenos mexicanos. Por eso los hombres no nos besamos, como los franceses o rusos, en las mejillas para demostrar afecto. Por eso los mexicanos guardamos en secreto la homosexualidad de alguien al no preguntarle abiertamente y sin tapujos como el aquitecto Stephan lo hizo conmigo.

sábado, noviembre 26, 2011

Acabo de conocer a Yann Tiersen (cada vez que pienso en ella lo hago también en Yann Kersalé). No escribiré mucho más al respecto. Dejaré un video, a pesar de que eso sea una mala bienvenida o inauguración para mi nuevo blog.

Una de las cosas que más me impresionan de ella es su belleza, pero también su seriedad al tocar. Toca sin el más remoto esfuerzo ni preocupación y lo hace trop drôle, como se dice en el idioma de la bella intérprete. Me recuerda -ella contextualizada en su hábitat de acordeón- al poema de Eduardo Lizalde que acabo de leer que se llama 'La Bella Implora Amor'. Lo cito acontinuación para los lectores fantasmas:

Tengo que agradecerte, Señor
-de tal manera todopoderoso,
que has logrado construir
el más horrendo de los mundos-,
tengo que agradecerte
que me hayas hecho a mí tan bella
en especial.
Que hayas construido para mí tales tersuras,
tal rostro rutilante
y tales ojos estelares.
Que hayas dado a mis piernas
semejantes grandiosas redondeces,
y este vuelo delgado a mis caderas,
y esta dulzura al talle,
y estos mármoles túrgidos al pecho.
Pero tengo que odiarte por esta perfección.
Tengo que odiarte
por esa pericia torpe de tu excelso cuidado:
me has construido a tu imagen inhumana,
perfecta y repelente para los imperfectos
y me has dado
la cruel inteligencia para percibirlo.
Pero Dios,
por encima de todo,
sangro de furia por los ojos
al odiarte
cuando veo de qué modo primitivo
te cebaste al construirme
en mis perfectas carnes inocentes,
pues no me diste sólo muñecas de cristal,
manos preciosas -rosa repetida-
o cuello de paloma sin paloma
y cabellera de aureolada girándula
y mente iluminada por la luz
de la locura favorable:
hiciste de mi cuerpo un instrumento de tortura,
lo convertiste en concentrado beso,
en carnicera sustancia de codicia,
en cepo delicioso,
en lanzadera que no teje el regreso,
en temerosa bestia perseguida,
en llave sólo para cerrar por dentro.
¿Cómo decirte claro lo que has hecho, Dios,
con este cuerpo?
¿Cómo hacer que al decirlas,
al hablar de este cuerpo y de sus joyas
se amen a sí mismas las palabras
y que se vuelvan locas y que estallen
y se rompan de amor
por este cuerpo
que ni siquiera anunciar al sonar?
¿Por qué no haberme creado, limpiamente,
de vidrio o terracota?
Cuánto mejor yo fuera si tú mismo
no hubieras sido lúbrico al formarme
-eterno y sucio esposo-
y al fundir mi bronce en tus divinas palmas
no me hubieras deseado
en tan salvaje estilo.
Mejor hubiera sido,
de una buena vez,
haberme dejado en piedra,
en cosa.

Ahora que mi noche se ha cerrado con tan grandes obras artísticas debo irme a dormir -como la sociedad ordena- a pesar de no tener el sueño necesario. (Aún no sé por qué me voy).  Dejo el video y dejo el poema, que se complementan y hablan uno del otro. Espero que alguien lo disfrute tanto como yo.
Juro pronto poner un poema decente. Algo literario, aunque fuere sólo de corto alcance.
Au Revoir.