miércoles, junio 04, 2014

Sin saber que daña.

Sólo me quedan sospechas de madrugada sobre los cabellos rizados. Unos cuantos acordes de guitarra que giran suave haciendo temblar al aire, dejando sus migajas alrededor de cualquier cosa. Un poco nieve y un poco polvo. Un poco recuerdo y un poco fantasma. Es música de madrugada. 
Y me detengo, y la pluma queda tonta, lejos de la hoja. Quieta, mirando sin saber nada para poner. Sólo tiembla un poco nerviosa, cree que la hoja le juzgará, pero la hoja es un pedazo de pétalo o tierra muerta. La hoja no sabe que existen ni ella ni la pluma. Es como una bacteria que sólo vive sin saber que daña. Es como el amor que tampoco conoce a los amantes. Que sólo vive sin saber que daña. Es como la caricia que no sabe del dedo pero cree en el orgasmo. Es como la luz el cuerpo y la sombra. Lo mismo la tinta, el vaso y la planta. Todo es camino y no sabe qué daña.