sábado, febrero 02, 2013

acecho.

Redes sociales cerradas. Uno está casi listo para escribir. Las piernas estiradas. Uno está un poco más listo para escribir, pero Uno nunca está listo para escribir porque cuando Uno va a escribir, nadie puede boicotearle mejor que Unomismo. Unomismo es un tipo descabellado que cubre su cráneo inicuo con el cabello de Uno sin que Uno se de cuenta. Unomismo es peligroso. Unomismo repta entre el cabello de Uno y su cráneo -del cual se podría decir que es compartido-.
  Unomismo no tiene una propia vida, porque a él no le interesan esas cosas que a los humanos sí. Es parecido a un perro o a una garrapata. A él, no le interesan las cosas de la libertad y la armonía, ni la salud pública ni la privada, no le interesa la limpieza ni sostener relaciones duraderas. Unomismo sólo quiere molestar un poco, pero si puede molestar más de un poco no le molesta, porque a él no le importa el tiempo como a los humanos; para Unomismo, como para los gatos o las tortugas, el tiempo es siempre el mismo, o lo que es lo mismo, es igual. Con Unomismo los segundos no se distraen: para los segundos Unomismo es alguien venerable, cuya labor, al igual que la del tiempo está dedicada al exterminio del género humano, a mediano o a largo plazo -dependiendo de la agresividad del tiempo y el clima del país-. Para Unomismo, los segundos no se alargan ni se entretienen vagabundeando pateando latas o jugando kimbombas o robando medidores de corrientes eléctricas (la manera en que los segundos pierden el tiempo depende de la edad de los segundos y la manera en que estos fueron educados por sus padres).
   Unomismo está siempre al acecho de Uno. 
   Me disculpo: He hecho parecer a Unomismo como un vulgar crápula, pero en realidad, Unomismo no es más que un niño jugando, no como los segundos quienes al crecer toman decisiones menos pacíficas. Unomismo siempre quiere hacer cosas: mover las piernas, wixar, comprar pan, beber leche, saludar a alguien, darle comida al gato, comer un mango, fumar un cigarro, doler la espalda, cantar, ver la televisión, caminar. De eso se trata la vida de Unomismo, dure lo que dure, así es feliz. En cambio, Uno es más voraz y ávido. Quiere observar cómo crece el pasto, quiere saber la verdad, quiere ser importante para los demás, quiere leer capítulos enteros de mamotretos viejos, quiere llegar al fondo de las cosas, quiere ser admirado,  quiere escribir muchísimas palabras durante mucho tiempo -además Uno es humano y ya sabemos lo que los segundos le hacen a los humanos-. Uno, al contrario de Unomismo, es menos generoso, es menos honesto. Uno no es como Unomismo quisiera. Uno quiere hacer cosas importantes por recompensas que tardan en llegar, y su arribo es más tardío por la cizaña de los segundos sobre Uno. Unomismo sólo quiere estar tranquilo y que no cueste nada. Unomismo no es malo, Uno es malo consigo mismo. 
   Uno quiere ser recordado y Unomismo quiere que Uno cuelgue la hamaca y deje a los segundos hacer su trabajo.