viernes, enero 17, 2014

la casa de los ecos


Los relojes de mi casa y mi reloj de pulsera no tienen sincronizados los segunderos, y acabo viviendo tres veces el mismo momento. El mismo parpadeo lo hago siempre a diferentes horas y a veces llego tarde al trabajo y otras llego muy temprano. Me paro junto a mi café y lo preparo y cuando lo quiero servir a veces aún no lo preparo. Tomo el asa y cuando le echo el agua para enjuagar la jarra diluyo el café frío de los segundos atrasados. Esto comienza a darme un dolor de cabeza perpetuo, porque me ha dado problemas sociales; el otro día (ya no sé si fue otro o el mismo) llegó a mi casa mi mamá y cuando le abrí la puerta no había nadie y luego sonó el timbre de nuevo y cuando abrí la puerta ahí estaba y entonces cuando nos sentábamos en la sala llegó de nuevo y tuve que atender dos veces a mi madre y se puso incómodo el asunto porque una quería café y la otra una cocacola y no sabía a cuál atender primero porque preparar el café es una cuestión de azar, dependiendo del orden en el que coloques el agua y el café en la cafetera puede estar o no estar listo a los pocos minutos; y segundo porque no sabía si cuando regresara con la cocacola la traería o la traería después y no sabía si al regresar regresaría yo o regresaría el que trae la cocacola; y si regresáramos los dos sería incómoda la casa para estas cuatro personas. Fue una cuestión incómoda así que decidí que tenía que pedirles a ellas que tomaran lo que quisieran, pero que no salieran de casa, porque me ponía de nervios que si una se fuera volviera a llegar dos veces y entonces tendría a tres mamás aquí conmigo. ¿Dónde pondrías cómodamente a tu madre tres veces?
Mamá uno, la que quería una cocacola, trató de servirse agua, pero sólo consiguió hacer un regadero en toda la cocina. Tuve que explicarle que el vaso tiene que sacarlo tres veces de la estantería. Le mostré que el vaso que ella pensó tomar estaba aún en el anaquel y entendió. Entonces tuve que explicarle a mi madre dos de nuevo que si quería tomar café tenía que tener cuidado de tener todo a mano: si el café estaba frente a ella tendría que mirarlo y dejarlo reposar, mirar que no desaparezca. El agua agua, al sacarla del garrafón, vería cómo sube y baja el nivel para subir un nivel más y bajar y subir y bajar para subir. Sería cuestión de acostumbrarse al mareo. Fue complicado recibirlas de nuevo en la sala con sus bebidas en las manos porque mamá uno pensaba que en cualquier momento desaparecería el vaso o desaparecería su mano mientras ella y sus espectros venían por el pasillo.
Era siempre una corredera de voces que decían las mismas cosas o cosas diferentes, así que también platicar era un asunto complicado. Mamá Uno comenzaba por decir que las cosas en su colonia eran más fáciles desde que comenzaron a llegar los avisos por correo y Mamá Dos enseguida procedía a decir que sus amigas del trabajo la habían invitado a un nuevo restaurante que se había puesto de moda en la ciudad. Y era difícil entenderlas porque al parecer ellas no notaban la presencia de la otra. Mi exigua atención tenía un reto perenne en esos días.
Tuve que detener uno a uno los relojes e ir sincronizando los segunderos con los otros que se movían, empresa complicada porque los días cambiaron sin que yo me diera cuenta y el tiempo se averió en mayor manera. Acabé por llegar al trabajo y recibir pacientes de días posteriores cuyos casos no había revisado y tuve que reprogramarlos para nuevas citas. Algunos pacientes, a partir de este hecho, nunca regresaron. En otra ocasión, cuando creí que los relojes estaban ya sincronizados, encontré que el boleto de camión que compré para el jueves lo había perdido una semana atrás. Entonces no comprendía lo que pasaba, todo estaba peor. Le había dado demasiadas vueltas a las manecillas del reloj de pulsera y llevaba en mi muñeca una semana de atraso, entonces, cuando creía estar para la cita precisa a la hora precisa me enteraba de cierta forma que había llegado notoriamente tarde con lo cual durante varios días arruiné mi actividad social y política. 






continuará...

lunes, enero 06, 2014

diez de mayo de dos mil diez

libros en lista
libros en columna
libros de brazos
hay un accidente
un seno desnudo busca su mano
van cayendo poco a poco
en solitario


***



en esta tierra no tenemos Dios
somos la tierra que salió mal
la tierra correcta está llena de árboles



***



Si una mirada se hincha
las gotas son un obstáculo



***



cada mañana hay un topo que me deja ciego



***



¿quién es la mañana?
¿quién trae el río?
¿se te olvidaron las aguas
o sólo quieres ser niño?

exto encontrado en una libreta

http://www.youtube.com/watch?v=jUk-5nsGedM

Leo y pienso muchas cosas. Me levanto por mi libreta y al volver ya no sé lo que hube pensado. Leo y pienso en otras cosas y pienso que tengo que apuntarlas. Me levanto por mi pluma y al volver sólo recuerdo que tengo una mano en la pluma. Sigo leyendo.



así es como dejo mi cuaderno en blanco y mi pluma llena