miércoles, noviembre 21, 2012

chamaco



Tiene alguna oquedad perdida en sus ojos, un precipicio equívoco hay en ellos, como la mirada de un gato viejo. Con su pantalón rojo de tergal corriente, su camisa blanca particularmente limpia después de la escuela, con sus manos siempre bien empuñadas o guarecidas –al menos una- en sus bolsillos, se asoma con su piel blanca, tan común que me causa prurito y me pie algo:
Una monografía del pie descalzo de Antonio López de Santa Ana.
Una monografía del poblamiento de América
Una monografía del sistema nervioso simpático y sus neurotransmisores, ¿cuánto cuesta?
Ese gato, ¿lo vende?
Una monografía de la propulsión a chorro del centímetro
¿Tiene monografías de plantas medicinales y sus derivados farmacéuticos?
¿tiene monografías de la post-guerra en Europa?
Una monografía de las lentes de los microscopios, por favor. Si tiene de los electrónicos, mejor.
¿tiene monografías de la disección de las momias?
Quiero una monografía de la prisa y el conejo de Alicia
¿Tiene monografías de sus ojos estupefactos? Es que se ven impresionantes todos los días, señor.
Y a veces se va sin esperar la respuesta. Sólo entra a mirarme, a perturbarme el día y se va caminando, como si fuera lo más normal para tener más dedos que años vividos.

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