viernes, mayo 04, 2012

Entonces el Cosmos pesa

Una desgracia que me ha ocurrido en mi orfandad ha sido encontrarme con gente que me ha llevado a debacles temporales, de las cuales siempre he podido reponerme. Una debacle, acaso la última, ha sido dejar la escuela de medicina temporalmente por cuestiones ajenas a mi voluntad. Ahora estoy en un tiempo de reencuentro con actividades olvidadas y empolvadas, algunas, como cañerías viejas, llenas de basura y con la luz disminuida, con menor fluidez. Viejos libros que jamás leí, viejas películas que no vi, viejas caminatas postergadas en reverberancia, amigos que se alejaron, pero como el cable del teléfono, se volvieron a acercar. Conchi Leon, su teatro, los penes y las vaginas, pero sin ciencia ni concupiscencia.
   Este tiempo de tranquilidad y pocas responsabilidades me han llevado a conocer a otras personas más interesantes y diferentes, a conocer otras lecturas, como la interesante literatura palestina** y los poemas de Bataille y Rimbaud en su propio idioma. He podido hacer estupideces de las que no puedo dar detalles, por vergüenza y he podido hacer cosas diferentes a contar latidos cardíacos con los dedos índice y medio, o mirar los movimientos de una aguja en un barómetro. Escuchar que la gente hable. Mirar que la gente hable. Tocar a la gente que hable. Oler a la gente que hable. No hacer esto me ha puesto en los tiempos precisos para conocer a Lou! de Julien Neel*, un tipo francés que leyendo su biografía pude darme cuenta una vez más de que la vida no deja siempre que tomes tus propias decisiones y va llenando tu alrededor de las situaciones propicias, de lo que mereces, de lo que es para ti. Así como yo y la medicina y la literatura, Kafka y el derecho, Alejandro Fernández y la arquitectura, Buñuel y la ingeniería agrónoma, podría decirse que Julien Neel llegó a la caricatura casi por fortuna o por presión del cosmos.
    Yo creo que el encanto que hay entre su obra y yo es algo similar a lo que ha pasado con Fito Páez y yo: me siento tan aludido con las obras de estos dos artistas que me resulta imposible no dejarme maniatar por la belleza que me transmiten.
    No he de contar la historia de Julien Neel, uno de mis dibujantes favoritos, porque no quiero, porque está bien guardarse secretos y porque quiero robarle esto a algún autor barato cuyo nombre he olvidado: para que todos dejen que el universo conspire, porque cuando el universo conspira Comala se llena de murmurllos.

Fernando Cisneros.

* http://blogdejulienneel.blogspot.com/
** http://www.jornada.unam.mx/2002/03/31/sem-palestina.html

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