La ventanilla del auto, cubierta por gotas de la lluvia, se ha convertido para Fernando en un cielo de estrellas naranjas. La luz de los faroles de las avenidas hace sombras que se mueven sobre sus piernas, pasan por su torso y llegan a su cara, seguidas de una sombra dura y otra débil, es el segundero del reloj de la ciudad. Va de regreso a su casa en el asiento trasero del coche de su padre y no sabe lo que está pensando. Sólo mira el cristal con sus gotas naranjas y las sombras y la luz, intermitentes como las líneas de la calle.
domingo, agosto 24, 2014
las estrellas naranjas
La ventanilla del auto, cubierta por gotas de la lluvia, se ha convertido para Fernando en un cielo de estrellas naranjas. La luz de los faroles de las avenidas hace sombras que se mueven sobre sus piernas, pasan por su torso y llegan a su cara, seguidas de una sombra dura y otra débil, es el segundero del reloj de la ciudad. Va de regreso a su casa en el asiento trasero del coche de su padre y no sabe lo que está pensando. Sólo mira el cristal con sus gotas naranjas y las sombras y la luz, intermitentes como las líneas de la calle.
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